
DE BOMBAY A CHENNAI
“Un hombre de piel curtida, casi negra, se acerca con una bolsa, la abre y me ofrece lo que hay en el interior: conchas marinas, grandes y bellas, rosadas y blancas, amarillas, rellenas de nácar. No entiendo lo que dice, pero comprendo que las quiere vender. Me pide que me siente a su lado, no habla inglés ni yo hindú (y vete a saber qué dialecto). Mete la mano en la bolsa de plástico, como las miles de millones que tapizan india, sus campos, sus ciudades… un cáncer importado de occidente. Me mira con ojos viejos, gastados, opacos. Se acerca una de las enormes caracolas a sus agrietados labios, me mira, casi me suplica que la compre. La hace sonar, como un barco, como una llamada antigua, como una sirena ronca. Cierro los ojos y respiro, no quiero olvidar este momento en la playa de Chennai junto a un pescador de conchas, en un olvidado lugar donde desmontan una lonja. Cierro los ojos, respiro. Me empapo de mar, de olor a pescado extraído hace días. Me lleno de las risas de los niños, del viento en las cometas, del cosquilleo de la arena levantada por la brisa, del sonido de la caracola…. Entonces soy consciente de donde estoy. En una ciudad milenaria, en un viaje en solitario, aprendiendo de mi misma, aprendiendo a confiar en mi intuición.”

Vaya. Por fin te decides a escribir tu libro. Me alegro. lo leeremos con atencion y lo compraremos
Que bonita descripción de lo que sentiste, sencilla pero rica en matices y detalles.
Si yo también cierro los ojos, puedo imaginarme perfectamente la estampa e incluso oler esos aromas a los que te refieres.
Bueno …y a final ¿compraste alguna concha de recuerdo o no?
Saludos Y ánimo valiente
ELI